La Habana se expresa por todas partes, de muchas maneras. Con palabras a medias, con el ritmo al andar, contradiciéndose en cada esquina y regocijándose en sus canciones. Besa con todo el cuerpo y ama profundamente cuando ofrece un trago de ron y su poesía. Me ha dejado tarea por hacer. El encuentro lo tendré que asimilar y descifrar en varios días; sus calles, el malecón y sus amaneceres, las caminatas, las lecturas de todo tipo y esos viajes internos, como dice una gran amiga cubana "Del azafrán... al lirio".
Volveré pronto a regresar un poco de todo lo recibido, a cantar en sus locales y decirle con poesía lo mucho que se le añora y admira. Un abrazo fraterno y algo más.
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