Con el cierre de temporada en Café 22 en la ciudad de México, llegaron a mí varias reflexiones y sensaciones que mis dedos sobre el teclado tal vez no alcancen a describir.
La amistad, primeramente, como valor absoluto constante e imprescindible. Mi gratitud ingente para mi compañera, amiga, colega Sylvia Mejía, a quienes con honestidad se involucraron en este proyecto.
La pasión, como motor único de nuestras fortalezas y bálsamo de las debilidades.
El compromiso con lo que amamos, porque es la fuente de la verdadera comunicación a través de nuestras tareas cotidianas.
El amor fugáz o permanente de quien se dispone a recibir lo que tus capacidades pretenden regalar.
La convicción de que no voy por el camino equivocado y que a pesar de las caídas, merece la pena levantarme siempre.
Por esto y mucho más, continuaré en compañía de los imprescindibles para seguir recorriendo el camino.
Gracias por todo y volverá DE MIS HUMEDADES VENGO a algún otro espacio, para seguir explorando emociones.
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