viernes, 8 de julio de 2011

Otrora sabía


                                         Con y para Lydia Cacho

La humedad se cuela por las paredes
y camino en círculos viciosos.
Ayer aprendí a avanzar sin dimitir
en línea recta               y lo olvidé.

Sangre pegajosa sube por mis suelas,
mis zapatos se enmohecen
y hago surco al rededor del perdón
                              -sin querer conocerlo-
como duplicando, replicando,
                reclamando a corazón abierto.

Y sin embargo, aquí hay lugar para dos,
para mi, para aquel, para nosotros
en las entretelas del miedo,
el arrullo del relámpago
                               y el fuego cruzado.
Para todas las manos y las tuyas,
para todas las voces                   
                                        en tu voz.
 
 
 

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